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5/03/2009

quien planto la gripe porcina???


¿Está mal que nos preguntemos cómo, de repente, en el medio de la crisis que más afecta económica y financieramente al imperio, surgen estas epidemias?
¿Está mal sospechar que : Obama (a pesar de la imagen que le construyeron de "chico bueno") haya decidido plantar el virus en México, para evitar que los chicanos le "saquen" el trabajo a los pobres norteamericanos que ahora ante la crisis se quedan sin laburo?
¡Que raro me suena todo esto!, que extraño que sucedan estas cosas en el Siglo 21. Y ahora, seguro vendrá la prohibición del ingreso de mejicanos y latinos al primer mundo.
Ayer todo el planeta "estaba conmocionado" con la noticia del brote de la gripe porcina y el primer mundo reforzaba los controles en sus fronteras. Que extraño todo esto, o tal vez no tanto.
jfd

La guerra biológica de Estados Unidos contra Cuba revela que en el pasado países como Cuba fueron víctimas de ataques bacteriológicos por parte de Estados Unidos, los cuales están apoyados por documentos desclasificados de ese país.



Antecedentes de como en distintos países del mundo especialmente en América Latina, el dengue fue un instrumento de disciplinamiento social. Algunas veces en periodos electorales, en Conflictos bélicos o para neutralizar transformaciones sociales y económicas. Argentina como Bolivia, Venezuela y Paraguay caminan el sendero de un fuerte recupero del estado nacional para combatir el modelo conservador de los últimos cincuenta años. Los organismos de seguridad y control suelen actuar como los principales operadores en la siembra bacteorologica con apoyo mediático.


Las acusaciones al grupo Goldman Sach-Clarín es parte de como abruptamente en menos dos meses irrumpieron temas en la agenda comunicacional: inseguridad, hurto del espacio público y las acciones colectivas de agro-exportadores, brote de dengue y una inflación no por incremento de demanda, sino por aumentos de precios de los grupos concentrados de la economía.



GUERRA BIOLÓGICA


"Conservadores estadounidenses y de América Latina tienen una larga historia de experimentación, en sujetos humanos que desconocen el experimento, la cual va desde el comienzo del siglo pasado. Tanto empresas privadas, el ejército y organismos de seguridad y control han usado poblaciones humanas ignorantes de los hechos, para probar varias Teorías. Los siguientes ejemplos han sido tomados de información desclasificada el año 1977 y de otras fuentes particulares. Varias de ellas involucran incidentes que aún permanecen con un origen desconocido y que no pueden ser explicados totalmente".


El abrupto brote de dengue en plena crisis del país mas influyente del planeta y donde América del sur esta mejor preparada para soportar sus consecuencias, irrumpen temas como la inseguridad, el dengue, desinformación, manipulación y una alza de precios, mientras EE.UU. y Europa deflacionan su economía.


La guerra biológica de Estados Unidos contra Cuba revela que en el pasado países como Cuba fueron víctimas de ataques bacteriológicos por parte de Estados Unidos, los cuales están apoyados por documentos desclasificados de ese país. El artículo dice en parte: “Informes desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) prueban que en fecha tan temprana como 1962 pusieron en práctica acciones biológicas. Según esas fuentes, en 1961-62, la CIA organizó la vasta Operación Mangoose (Mangosta), que incluía incapacitar a los trabajadores azucareros durante la cosecha, utilizando medios químicos para enfermarlos.


Posteriormente, añade: La página más horrible de la guerra biológica fue la introducción del dengue hemorrágico. Entre el primero de junio y el 10 de octubre de 1981 se notificaron 344.203 casos de dengue; pero de ellos más de 30 mil eran casos hemorrágicos y 10 mil cumplían todos los criterios de la Organización Mundial de la Salud para ser considerados fiebre hemorrágica y choque por dengue.


Pero no sólo se introdujo el virus, sino que se negó la posibilidad de adquirir en Estados Unidos el abate, producto químico para eliminar el agente transmisor, el mosquito Aedes aegypti. Hubo que desplazar aviones a Europa y Japón para adquirirlo.


La Demanda del Pueblo Cubano al gobierno de Estados Unidos por daños humanos, proceso judicial que culminó en una condena al país agresor en mayo del año 2000, señala: “Las investigaciones y los estudios minuciosos llevados a cabo condujeron a la evidencia de que la epidemia fue introducida deliberadamente en el territorio nacional por agentes al servicio del gobierno de Estados Unidos.


Especialistas norteamericanos en guerra biológica habían sido los únicos en obtener una variedad de mosquito Aedes aegypti sensiblemente asociada a la transmisión del virus dos, (que fue el que entró a Cuba y no estaba circulando en ese momento en el mundo. NR) según informó el coronel Phillis Rossell, en el XIV Congreso Internacional del Océano Pacífico, efectuado en 1979, solo dos años antes de que se desatara la brutal epidemia en Cuba.


Constituye un elemento significativo el hecho de que en 1975 el científico norteamericano Charles Henry Kalisher, en una visita a Cuba, se interesó y obtuvo información sobre la existencia de anticuerpos al dengue en la población cubana y la no existencia en la misma, por lo menos en 45 años, de anticuerpos del virus dos. “En el juicio celebrado en 1984, en Estados Unidos, contra Eduardo Arosena, cabecilla de la organización Terrorista Omega 7, este confesó paladinamente haber introducido gérmenes en Cuba y reconoció que la fiebre del dengue hemorrágico fue introducida en la Isla a través de grupos afines de origen cubano radicados en Estados Unidos.”


Estas son pruebas, y no mentiras como la del subsecretario del Departamento de Estado, John Bolton, al fantasear que La Habana produce armas biológicas.


En 1985 una erupción de fiebre Dengue azota Managua, Nicaragua, poco después del aumento de las misiones aéreas de reconocimiento por parte de Norteamérica. Casi la mitad de la población de la importante ciudad fue presa de la enfermedad y varias muertes han sido atribuidas a la erupción. Fue la primera de tales epidemias en el país y la erupción fue casi idéntica a aquella que golpeó Cuba unos años antes (1981).


Las variaciones de la fiebre del Dengue fueron el foco de muchos experimentos en la locación de pruebas de Guerra Biológica del ejército en Ft. Dietrick, Maryland antes de la prohibición en tales investigaciones en 1972.


En 1981 más de 300,000 cubanos han sido afectados por la fiebre hemorrágica Dengue. Una investigación de la Revista Covert Action Information Bulletin que investiga las huellas de varias inteligencias alrededor del mundo, sugirió que esta erupción era el resultado de una descarga de mosquitos realizada por los contrarrevolucionarios cubanos.


La revista rastreó las actividades de uno de los operativos de la CIA desde una localidad en Panamá con las conexiones cubanas alegadas. Durante los últimos 30 años, Cuba ha sido sujeto a un enorme número de erupciones de enfermedades humanas y enfermedades en las cosechas que son difíciles atribuir a causas naturales completamente. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, estimó necesario investigar la presunta aparición del serotipo, tras denuncias de la inmunóloga Nancy González, jefa de cátedra en la Facultad de Medicina de la Universidad de Zulia (LUZ).


A principios de semana la experta alertó sobre la presencia de esta variante del virus que ataca principalmente al hígado, detectado en ese estado occidental venezolano que concentra 25 por ciento de los casos de la enfermedad en el país. Según el diario zuliano Panorama, en una reunión ayer con la directora del Sistema Regional de Salud, Janine Perozo, González, ratificó que existe una sospecha clínica firme, primer paso para que ocurra un evento científico. La situación recuerda la guerra biológica de Estados Unidos contra Cuba; la introducción en 1972 del virus de la fiebre porcina y entre 1979 y 1981 de plagas que afectaron personas y cultivos, incluyendo el dengue.


La emisora YVKE Mundial y la publicación electrónica Aporrea, entre otros medios, difundieron partes de un artículo de Juan Hermida, de la Agencia Nacional de Información (AIN) con evidencias de la guerra biológica contra Cuba. El análisis recuerda que en la isla fueron introducidos dengue, conjuntivitis hemorrágica, roya de caña de azúcar y moho azul del tabaco, expresión de la Operación Mangosta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), probada por documentos desclasificados. La fuente recuerda que ante un jurado estadounidense, Eduardo Arosena, líder del grupo terrorista Omega 7, reconoció en 1984 haber participado en una operación para introducir gérmenes como parte de la guerra biológica, la cual incluyó el dengue hemorrágico.


El coronel Phillis Rossell, reveló en 1979, que especialistas norteamericanos habían sido los únicos en obtener una variedad de mosquito Aedes aegypti asociada al virus dos, el que entró en Cuba dos años y no estaba circulando en ese momento en el mundo.


Publicado por El viajero en el tiempo para LA GILADA el 4/27/2009 04:55:00 AM

Diario de la peste

Las preguntas prácticas al final del mail me golpearon. Súbitamente las defensas cayeron y la congoja se apoderó de mi garganta. Siempre es un detalle, casi nunca la estadística. Es la rata agonizante que se le cruza al doctor Bernard Rieux en el comienzo de La peste de Albert Camus: “El animal se detuvo, pareció buscar el equilibrio, echó a correr hacia el doctor, se detuvo otra vez, dio una vuelta sobre sí mismo lanzando un pequeño grito y cayó al fin, echando sangre por el hocico entreabierto”.

He visto los tapabocas celestes en esos rostros cobrizos que frecuenté en tantos años de exilio. Ay, México. El hocico sangrante de la rata sobre la megalópolis de veinte millones de habitantes. La peste: ese viejo compañero de ruta que interrumpe cada tanto nuestras costumbres para regresarnos, de golpe, al sentido trágico de la vida.

Recuerdo a Daniel Defoe, pero no por el Robinson Crusoe, sino por su Diario del año de la peste, esa obra maestra del periodismo naciente que escribió en 1722, evocando minuciosamente la ola negra de la bubónica que había anegado a Londres en 1665, cuando Defoe era un niño de cinco años que veía pasar frente a su casa los carretones abrumados de cadáveres.

Camus se inspiró en su relato para superarlo con La peste. Por eso, el epígrafe inicial de la novela, que parece escrito para estos días de nueva peste: “Tan razonable como representar una prisión de cierto género por otra diferente es representar algo que existe realmente por algo que no existe”.

Visito los medios y la cita me visita. ¿No estaremos todos representando algo que existe realmente por algo que no existe?

El mail de mi hijo Federico me llega desde México pocas horas después de que se enciendan las alarmas iniciales. Contiene cinco preguntas teóricas de difícil respuesta y dos preguntas prácticas. Consulto el cuestionario con una amable infectóloga del servicio de guardia del hospital Fernández. Está bien informada –dentro de lo que cabe– y sugiere, no aconseja, las medidas concretas que mis hijos y mis nietos deberían adoptar frente a las amenazas, aún desconocidas, de la nueva peste.

Porque allí están, en el Distrito Federal, mis dos hijos Federico y Flavia, mi nuera Karina y mis nietos: Silvia de siete años, María de cuatro y Emilio de dos. Los seis encerrados en sus casas, alarmados como millones de habitantes del DF por la similitud que guardan algunos síntomas de la peste con los trastornos habituales que prodiga la megalópolis. ¿Quién no tiene los ojos enrojecidos en la nube marrón del monóxido de carbono? ¿Quién no tiene tos? ¿Quién no se siente decaído cuando la tarde desciende sobre el Valle de Anáhuac?

Hablamos por teléfono, casi cada hora. Hacemos bromas: mi nuera Karina no consiguió barbijos y tuvo que ir al súper con un pañuelo en la cara como Jesse James. Nos indignamos en conjunto con ciertos datos que aparecen en la web. El virus muta y se expande al calor de la globalización y las informaciones circulan a la misma velocidad. No nos estancamos en la incertidumbre y la angustia. Hay que actuar. Por Federico conozco esos nombres científicos que hoy ya son moneda corriente, como el Tamiflu (oseltamivir) que multiplicará los caudales de Roche; el remedio antiviral de la influenza, que impide –hasta ahora, al menos– que los síntomas gripales se transformen en una peligrosa neumonía.

Hay que conseguir dosis para toda la familia. No vaya a ser que se precipite la pandemia y nos deje sin defensas. En México está agotado. En la Argentina también. Me pongo en marcha y lo consigo, mientras me entero que se cancelan los vuelos entre México y la Argentina. Me las arreglo: la neurosis obsesiva suele ser operativa.

Me pregunto, como todo el mundo, por las causas de esta temible pandemia. No soy partidario, en general, de las teorías conspirativas, pero creo en la sabiduría popular: la culpa no es del chancho sino del que le da de comer. Literalmente.

En La Jornada de México hay algunas informaciones muy reveladoras. Estamos ante una peste anunciada. Mike Davis, autor de dos libros muy conocidos sobre la fiebre aviar, sostiene que el año pasado “el Centro de Investigación Pew emitió un informe señero sobre la producción animal en las granjas industriales, el cual subrayaba el agudo peligro de que ‘el continuo reciclaje de virus en grandes manadas o rebaños incrementará las oportunidades de generación de virus novedosos”. “En esencia –añade– se trata de una transición desde los chiqueros a la antigua hacia vastos infiernos de excremento, de naturaleza sin precedentes, en los cuales decenas, incluso cientos de miles de animales con sistemas inmunes debilitados se sofocan entre el calor y el estiércol e intercambian patógenos a velocidad de vértigo con sus compañeros de presidio y sus patéticas progenies”.

En una nota publicada el miércoles pasado en el matutino mexicano El Universal, el periodista Carlos Macías Richard denuncia que en uno de esos infiernos de estiércol, la granja Carroll de la multinacional Smithfield en Veracruz, estalló una epidemia de influenza porcina en marzo de este año, que las autoridades locales y nacionales mantuvieron en reserva.

Desde hace dos años, los vecinos de la granja, en el pueblo veracruzano de Las Glorias, se venían quejando por los desechos de este emprendimiento que es propiedad de la corporación más importante del mundo en la fabricación de subproductos porcinos. Nadie les hizo caso. El 30 por ciento de los cerca de 2.500 habitantes de esta población “tuvieron síntomas de infecciones respiratorias”. El gobierno de Veracruz informó que, de todos los pacientes con síntomas gripales, sólo hubo un caso confirmado del virus H1N1, el del niño Edgar Hernández, que también se recuperó. Como todos se curaron, el articulista se pregunta: “¿Qué medicina les suministró el gobierno estatal al niño que adquirió la influenza porcina y al resto de los enfermos con ‘resfriado”. Se responde con una especulación: los ejecutivos de la granja Carroll tenían a mano altas dotaciones de Tamiflu.

Es ingenuo pensar que el virus fue esparcido para generarles ganancias a Roche y sus socios norteamericanos, como el ex secretario de defensa Donald Rumsfeld, pero es evidente que esta nueva peste –como la aviar– ha irrumpido dentro de un sistema económico que no vacila en degradar el ambiente hasta provocar catástrofes humanitarias. En un globo infectado por el fundamentalismo de mercado, donde las providencias sanitarias se han debilitado, tanto a nivel de los estados nacionales como de la Organización Mundial de la Salud, que debe implorarle vacunas y remedios a los laboratorios privados.

Nadie sabe aún de manera científica cómo se recombinaron los distintos factores genéticos para producir la nueva amenaza, pero cuesta atribuir estos fenómenos anunciados a la ira de Dios.

Miguel Bonasso.



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