Las cookies nos permiten ofrecer nuestros servicios. Al utilizar nuestros servicios, aceptas el uso que hacemos de las cookies.
Más información










Colaboradores

9/13/2010

El “50 y 50”, o la mitad es para Moyano


¿Qué hay de cierto en eso de que van a pedir participación en las utilidades?-, preguntó un miembro de la corporación patronal al jefe de la CGT.


–Son boludeces de Recalde- le contestó Hugo Moyano. Se equivocaba: era Néstor Kirchner quien había alentado al abogado laboralista para que desempolvara el proyecto y lo pusiera en agenda. “Hay que profundizar el modelo”, dijo el ex presidente.

La CGT lo celebró con moderación. Los sindicalistas saben que el artículo 14 bis de la Constitución, además de reconocer el derecho de los trabajadores a participar en las ganancias de las empresas, sanciona la facultad de adherir a “una organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial”. La aplicación del artículo, hijo de la obstinación de Crisólogo Larralde, podría abrir un curso de agua descomunal en la concepción justicialista del sindicato único.

Kirchner no pretendió ocultar que su mano estaba detrás de la actualización de la iniciativa. La respaldó y con una frase que sembró incertidumbres: “La Argentina debe volver a 1974, cuando la distribución era de 50 y 50”.
Son pocos los que recuerdan aquella etapa por la participación de los salarios en la renta nacional y muchos más los que se estremecen al pensarla como uno de los períodos más oscuros y sangrientos de la Argentina contemporánea. Sólo a Kirchner se le podría haber ocurrido formular semejante expresión de deseos. Porque el “50 y 50” no había llegado solo. Era parte de un combo que incluía la ofensiva del sindicalismo ortodoxo sobre la vida política y las expresiones gremiales autónomas.

El metalúrgico Victorio Calabró había reemplazado a Oscar Bidegain en la gobernación de Buenos Aires, la modificación de la Ley de Asociaciones Profesionales permitía la intrusión de la CGT y las federaciones en la vida de los organismos de primer grado, se había dictado la intervención a la Federación Gráfica Bonaerense, comandada por Raimundo Ongaro, y a la regional Córdoba de SMATA, dirigida por sectores clasistas. Con el visto bueno de los sindicalistas Oscar Ivanissevich regenteaba Educación y Alberto Ottalagano conducía con el breviario mussoliniano los destinos de la universidad.

Estatizados con la excusa del reclamo gremial, los canales de televisión se transformaron en coto de caza del lopezreguismo: Juan Carlos Rousselot aterrizó en el 7 y Jorge Conti en el 11. Como producto del mismo embate se instaló en las oficinas del 9 un director artístico llamado Osvaldo Papaleo y la Triple A firmaba sus asesinatos más resonantes.

Es verdad que aquel esquema de poder no disgustaba a los Kirchner, que el 1° de mayo del año de marras se ubicaron bien lejos de las columnas montoneras que cubrían la plaza. Cuando desde el sector que ocupaban las “formaciones especiales” comenzó a subir la consigna que interpelaba “qué pasa/qué pasa, general/ que está lleno de gorilas/el gobierno popular”, el joven estudiante patagónico le preguntó, asombrado, a su novia: “¿Qué les picó a estos pibes? ¿Se quieren enfrentar a Perón?”.

La reivindicación de aquellos tiempos fatídicos, entonces, no es ingenua y está llena de sentidos para el que la escuche con atención. Tal vez sea la admisión por parte de Kirchner de que, de aquí en más, el poder deberá compartirse en un “50 y 50” con quien ha garantizado la paz social y los techos salariales, el único dirigente al que teme y respeta y al que le ha entregado en bandeja y “malgré lui” el control del justicialismo bonaerense, la llave de la felicidad electoral. Todo no se puede.

El fantasma del camionero desvela a los caciques bonaerenses, preocupados por su presumible intromisión en las listas distritales y jaqueados por las exigencias de Covelia, la empresa de recolección que todos le atribuyen y cuyos negocios, como una mancha de aceite, se extienden por los partidos de San Miguel, Lomas de Zamora, 3 de Febrero, Escobar, Lanús.
Para evitar su cercanía prefieren prorrogar los contratos que mantienen con otras firmas y evitar llamados a licitación que le abran la puerta a la voracidad de Covelia.

Es que los jefes comunales se miran, horrorizados, en el espejo de municipio de Esteban Echeverría, que hace dos años vio sus calles convertidas en un vertedero durante las semanas que duró la huelga de los recolectores de la empresa: está en condiciones de ninguno de resisitir la puesta en marcha de un “golpe de la basura”. Si el proyecto de Héctor Recalde se concreta, quizás Covelia se cuente entre las compañías obligadas a abrir sus balances y distribuir entre su plantilla el 10 por ciento de las ganancias. Al fin de cuentas, es una potencia, pese a que su socio fundador, Marcelo Adrián Arenales, sea poco menos que un indigente.

Por ahora, a la irresistible ascensión de Moyano sólo la amenazan los expedientes que el juez federal Claudio Bonadio apila en su despacho. El magistrado viene resistiendo con éxito las presiones de Norberto Oyarbide, que pretende unificar en su juzgado las causas que involucran a droguerías, farmacias y obras sociales en el negocio de los medicamentos adulterados. Bonadio, aseguran, estaría estudiando decisiones que podrían poner en serias dificultades al hombre del momento.

Susana Viau

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

tv sorpresa ( si queres podes maximizar la pantalla)