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11/09/2011

la furia y crisis de Grecia se lleva a Berlusconi en Italia

3 buenos artículos sobre el tema.

Cayó Berlusconi en el Parlamento italiano

Desde Roma

Después de un duro revés ayer en la Cámara de Diputados y de un encuentro con el presidente de la República, Giorgio Napolitano, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi prometió renunciar después de que los nuevos ajustes económicos prometidos a la Unión Europea sean aprobados por el Parlamento. Así lo precisó un comunicado oficial de la presidencia de la República que no indicó, sin embargo, cuánto tiempo se requerirá para la aprobación de esas medidas, que todavía no han sido discutidas por la Cámara de Diputados y que, según los analistas, deberán ser reformadas y ampliadas.

La convulsionada jornada de Berlusconi comenzó con reuniones desde la noche del lunes y en la mañana del martes con sus aliados de la Liga Norte y sus colaboradores más estrechos. Todos le aconsejaban que diera un paso al costado porque su alianza de gobierno no tenía ya la mayoría en la Cámara de Diputados y era difícil reconstituir las fisuras. El mismo Umberto Bossi, líder de la Liga Norte, le pidió que dejara el lugar a otro hombre de su confianza, como el secretario del Popolo della Libertà (PDL), su protegido Angelino Alfano. Pero su respuesta fue siempre “no”, pese a que sabía que varios parlamentarios de su partido lo habían abandonado. “Si debo morir, prefiero hacerlo en la Cámara”, habría dicho. El quería, al parecer, ver con sus propios ojos lo que sucedería en el Parlamento y mirar de frente, como dijo, a “los traidores”.

Y así fue. Durante la sesión en la Cámara de Diputados que debía aprobar el Balance del Estado 2010, el gobierno de Silvio Berlusconi perdió por primera vez la mayoría desde que fue elegido en 2008. Pero todo adquirió una forma extraña, para muchos confusa, porque no fue una votación lisa y llana de tantos SI contra tantos NO. Ayer los partidos de la oposición, desde la izquierda concentrada en el Partido Democrático hasta los ex democristianos de la Unión de Centro, la derecha democrática de Futuro y Libertad, los radicales y los “duros” (y separados) del PDL decidieron estar presentes en el aula de la votación, pero no emitir el voto para no obstaculizar la aprobación del balance. El resultado fue entonces que el balance fue aprobado por 308 votos favorables de los diputados del PDL y de la Liga Norte. Pero los no votantes y presentes fueron 320, cuatro más de la mayoría absoluta, que en la Cámara es de 316, y ocho más que los SI conseguidos por el balance. Con esto la oposición quiso demostrar que Berlusconi no tiene más la mayoría en el Parlamento y que, por ende, no puede gobernar, según establecen las leyes de este país. La praxis habitual en estos casos indica que el primer ministro se debe presentar ante el presidente de la República para renunciar.

En la Cámara, los representantes de la oposición le habían señalado una vez más la necesidad de renunciar para permitir a Italia salir de la crisis económica y la crisis de credibilidad internacional. “En otro país, pero también en otro momento histórico de nuestro país, un verdadero líder político ya se habría hecho a un lado y habría permitido a otros seguir con el gobierno”, dijo el diputado del Partido Democrático Dario Franceschini.

Después de la votación, Berlusconi se mostró verdaderamente preocupado. Parecía no poder creerlo o no querer creerlo. Serio, con el ceño fruncido, tomaba apuntes en una hoja. Pidió el informe de los votantes para ver quiénes no lo habían hecho, con nombre y apellido. “Aquí tenemos un problema de números. Ahora tenemos que reflexionar sobre qué hacer. Me siento traicionado”, habría dicho a sus colaboradores, convocándolos para una reunión urgente. La agencia Ansa publicó una foto en la que se veían los apuntes que había tomado Berlusconi durante la votación y en ellos se destacaban dos palabras: “ocho traidores”.

Luego de la reunión con sus colaboradores se presentó en el Quirinal, sede de la presidencia de la República, y conversó con el presidente Giorgio Napolitano durante una hora. “Después del voto –dijo en declaraciones a la RAI– consideré que era necesario dar prioridad a las preocupaciones por la situación del país y por eso presenté al presidente de la República la urgencia de la aprobación de las medidas que nos pide Europa. Después de mi renuncia el presidente comenzará la habitual ronda de consultas. Pero preveo que no se pueda dar pie a la formación de otro gobierno sino a las elecciones.” Y respondiendo a los opositores que quieren la formación de un gobierno de unidad nacional del que participen todos los principales partidos o un gobierno técnico que apuntale la economía sobre todo, Berlusconi subrayó: “No puedo aceptar que en una democracia asuman el gobierno los que perdieron las elecciones”. Pero las elecciones nacionales fueron hace más de tres años y en este lapso muchas cosas han cambiado.

La gente se pregunta ahora qué pasará, ¿cambiará la imagen de Italia después de tantos meses de poca credibilidad? ¿Se estabilizarán los mercados y la economía italiana repuntará? El banco de negocios Goldman Sachs, de Nueva York, ya lanzó su propia hipótesis: un gobierno de centroderecha con amplio apoyo de otros partidos podría estabilizar los mercados. pag 12 ( elena llorente)

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De políticos a gerentes del ajuste
Ayer se cumplió exactamente una semana del día en que Silvio Berlusconi, premier italiano, llamó por teléfono a la jefa de gobierno alemana, Angela Merkel, para asegurarle la “firme determinación” de su gobierno de aplicar lo más pronto posible las medidas de ajuste aprobadas por el Consejo Europeo el 26 de octubre en Bruselas. Ese mismo día rebotaba en toda Europa, como una bomba con la mecha encendida, la noticia del referéndum al que prometía convocar el primer ministro griego, Giorgos Papandreu, para someter a la voluntad popular la decisión de si seguir o no adelante con el ajuste en su propio país. La intención manifiesta de Berlusconi era presentarse como la contracara de Papandreu y separarse así de la suerte que pudiera correr el gobierno de Atenas. No pudo. Ayer, 72 horas después de la renuncia presentada por Papandreu ante la falta de apoyo interno, Berlusconi adelantó su intención de dimitir al quedar con un respaldo en minoría en el Parlamento. Sus destinos fueron similares, pero en ambos casos ya habían sido escritos lejos de sus respectivos congresos. En el corazón de Europa, desde el eje París-Berlín, los principales líderes de la Unión ya le habían bajado el pulgar: ambos dejaron de ser “confiables” para poder llevar adelante el plan que se les impuso.

“Tenemos que preocuparnos de lo que sucede en los mercados financieros, que no creen que Italia sea capaz de aprobar las medidas que la Unión Europea nos ha pedido”, se lamentó ayer Berlusconi después de presentarse ante el presidente, Giorgio Napolitano, para prometer poner a su disposición el cargo. “Creo que ésta es la primera cosa que nos tiene que preocupar; tenemos que demostrar a los mercados que vamos en serio”, dijo al defender la necesidad de aprobar el plan de ajuste bajo la denominación de Ley de Estabilidad.

“La cosa más importante es el bien del país”, remató sus declaraciones Il Cavaliere, bastante menos arrogante que en otras oportunidades. Su gobierno quedó acorralado por los ataques especulativos en los mercados, las maniobras con los bonos de la deuda italiana y las acciones de las principales firmas peninsulares y de los principales bancos acreedores. Los fondos buitre (y otros mucho más prestigiosos los acompañaron en la jugada) apostaron fuerte a la debacle. Aprovecharon cada paso en falso del primer ministro, cada escándalo en torno del magnate de los medios y del fútbol milanés, para generar una sensación de vacío e incertidumbre. El personaje que antes era un “simpático y atrevido” político, desenfadado y “travieso” había pasado a ser el instrumento de maniobras para sacarle ganancias a la crisis. Y sin embargo, Berlusconi, en su hora final, le sigue rindiendo pleitesías al “mercado”, reclamando con su aliento final la aprobación de la Ley de Estabilidad, cuya aplicación con toda certeza no será “en bien del país”.

La defensa del ajuste hasta tal extremo de dramatismo por Berlusconi es semejante a la autoinmolación de Papandreu, quien arrojó sobre una falsa mesa de arena el plan del referéndum. Sin fecha, sin buscar alianzas, sin ninguna posibilidad de que se llevara a cabo. Sin la más mínima intención, en definitiva, de parte del propio Papandreu de impulsarlo. Pero con ello logró que el último tramo del ajuste lograra pasar el Parlamento y así se pusiera en marcha el segundo “plan de rescate” para Grecia. Logrado esto, dimitió. Quizás en su propia consideración, el ahora ex primer ministro crea que logró una salida digna. Difícilmente encontrará quien lo comparta.

Berlusconi se ha convertido en un referente de la extrema derecha europea que se elevó en la consideración de sus connacionales sobre el fracaso de socialcristianos y ex comunistas. Papandreu, en cambio, había surgido como líder emergente del socialismo que llega al gobierno para recomponer los desaguisados de los conservadores. Ambos países, Italia y Grecia, con elevados niveles de endeudamiento. Tamaña distancia entre sus orígenes no les impidió aplicar obedientemente la misma receta de ajuste. El resultado que obtuvieron también fue similar: como antes Rodríguez Zapatero en España, no llegaron a completar el período de mandato. La crisis en sus respectivos países se profundizó a consecuencia del plan aplicado.

El porqué hombres de pensamiento político y trayectorias de distinto signo terminan gobernando según los dictados del mercado (es decir, a expensas de los intereses del poder financiero) es una pregunta a la cual Europa debería encontrarle urgentemente respuesta. No es sólo en estos países, porque también ocurrió en Gran Bretaña con la sucesión entre laboristas y conservadores, en España y Francia, con socialistas y ultraliberales, además de otros ejemplos en países periféricos. Lo que queda de manifiesto, más allá de la búsqueda de sus causas, es que hay una evidente renuncia a “la política” para dar lugar a que “los mercados” (el capital financiero, sin eufemismos) resuelvan los cursos de acción.

Papandreu y Berlusconi dejarán sus cargos no por razones políticas, sino porque los grupos financieros dejaron de confiar en ellos para aplicar “su” plan. Al igual que Zapatero, se van antes de tiempo porque ya no podían seguir profundizando el ajuste, aunque se lo propusieran. Sus reemplazantes no serán fuerzas políticas que promuevan soluciones distintas, sino administradores capaces de instrumentar las reducciones de gastos, privatizaciones, recortes de beneficios y otros padecimientos en favor del poder económico financiero. Gerentes “confiables” para el establishment.

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Berlusconi se comparó con Mussolini
"Tengo más poder como ciudadano libre que como jefe de gobierno", aseguró el Cavaliere; adelantó que no se presentará en las próximas elecciones

LA NACION

ROMA.- Aún golpeado por la decisión que se vio obligado a tomar ayer cuando anunció su renuncia, el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, anunció que no será candidato en las próximas elecciones y reflexionó sobre su poder en la actualidad, para lo que apeló a compararse con Benito Mussolini.

"Tengo más poder como ciudadano libre que como jefe de gobierno. Estaba leyendo un libro sobre las cartas de Mussolini a Claretta, y en un momento le escribe: '¿No entiendes que no cuenta nada? Sólo puedo dar recomendaciones'. Ves, yo me siento en la misma situación", confesó Berlusconi en una entrevista publicada por el diario La Stampa y concedida tras anunciar su renuncia al cargo.

Interrogado sobre las diferencias con la dictadura fascista, respondió: "Claro que no soy un dictador, aún si ustedes lo han escrito por años. Lo que noto es que los padres de la Constitución, que justamente temían que la historia se repitiera, debilitaron excesivamente al Ejecutivo", comentó.

Por otra parte, Berlusconi, que siempre había sido ambiguo sobre su futuro, confirmó su decisión en una entrevista concedida poco después del anuncio al diario La Stampa. "En cuanto se aprueben los presupuestos del Estado para 2012 (que contienen las medidas prometidas a la UE) dimitiré, y como no hay otras mayorías posibles, veo solo elecciones a principios de febrero. Elecciones a las que no me presentaré", aseguró.

En ese sentido adelantó que el candidato de la centroderecha en las próximas elecciones será el actual secretario del Pueblo de la Libertad (PDL) y ex ministro de Justicia, Angelino Alfano. "No me presentaré. Me siento liberado y ahora es el turno de Alfano para ser nuestro candidato a presidente. Es muy capaz, mucho más de lo que puedan pensar y lo aceptan todos", explicó.

El primer ministro dijo que como es la praxis, tras su dimisión Napolitano comenzará las consultas con los partidos políticos para decidir qué hacer, pero adelantó que no quiere gobiernos de unidad nacional o buscar otras mayorías. "No tengo ninguna intención de crear un gobierno con el PD (el opositor Partido Demócrata) y Pierferdinando Casini (líder de la Unión de Demócratas y de Centro) ya expresó que no le interesan acuerdos con nosotros, y entonces la matemática me dice que no hay otro camino que las elecciones", añadió.

Acorralado por la crisis, el Cavaliere hizo un llamamiento a todas las fuerzas políticas para que ayuden a que se aprueben lo antes posible las medidas prometidas a Europa. "Es necesario hacerlo rápido y salir lo antes posible de este círculo infernal, de esta situación increíble con los mercados que empujan y presionan", añadió.

Sobre el voto de ayer, en el que la votación pasó con 308 votos a favor y 321 ausencias, el primer ministro calificó de "alucinante" lo que pasó. "Me han traicionado los que durante toda una vida he llevado en mi corazón". "Si pienso en lo que he hecho por Roberto Antonione (uno de los diputados del PDL que no votó), lo llevé a Trieste a todas las cumbres, soy padrino de su hija. Del resto, ni hablo, empezando por Carlucci", reflexionó.

Asimismo, Berlusconi explicó que sus hijos están "contentísimos" de su decisión de salir de la política porque saben que está cansado de no lograr dictar sus ideas y de no poder hacer la política que quiere.

El primer ministro develó además lo que desde hace meses se rumoreaba: sus problemas con el ministro de Economía, Giulio Tremonti. "Con Tremonti la relación personal no es mala, pero al final él siempre hace lo que le da la gana y a mí no me queda más que tomar nota durante el consejo de ministros", reconoció.

"Me pregunto aún si es posible que el jefe de gobierno no pueda exigir al ministro de Economía que aplique la política económica en la que cree", aseguró al subrayar las fuertes diferencias internas en su gabinete.

Y sobre qué hará tras la dimisión, el Cavaliere explicó que se ocupará de ser "padre fundador del PDL" y echará una mano en la campaña electoral. "Quizá vuelva a ocuparme de ser presidente del Milán", fantaseó.

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